Enrique Nicolás Nieva
Ingeniero Electricista orientación Industrial de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología
Miguel Ángel Cabrera
Ingeniero Electricista orientación Electrónica de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología. Decano FACET-UNT.
Un sistema virtuoso
Con la Fundación, en 1810, de la Universidad de Berlín, Wilhelm von Humboldt desarrolló un modelo de gestión de universidad que trascendió las fronteras germánicas para convertirse en uno de los referentes más influyentes de la educación superior a nivel mundial. En Estados Unidos, la incorporación de este enfoque constituyó una de las transformaciones más significativas en la historia de su sistema universitario. El proceso se inició en el siglo XIX cuando instituciones tradicionales, hasta entonces influenciadas por el modelo inglés, comenzaron a reformar sus estructuras académicas. La universidad de Harvard encabezó esta renovación, al abandonar un currículo rígido en favor de un esquema investigativo, que integraba la generación y transmisión del conocimiento. Este giro paradigmático se extendió luego a otras instituciones universitarias de EEUU, donde hasta nuestros días mantienen la articulación entre producción científica y docencia, la autonomía de sus cuerpos académicos y una sólida orientación hacia los estudios de posgrado. Sin embargo, el contexto estadounidense introdujo modificaciones sustantivas. Entre ellas, se destaca la estrecha relación con el sector productivo, que propició mecanismos de transferencia tecnológica y la comercialización de resultados científicos. Asimismo, el financiamiento mixto, que combina recursos públicos y privados y una cultura institucional orientada tanto a la excelencia académica como a la aplicabilidad del conocimiento, han dado lugar a una versión particular de este ideario formativo.
La preservación y renovación del modelo en Europa
En Europa, región de origen de este modelo educativo, se observa una coexistencia entre la preservación de sus principios fundacionales y las adaptaciones requeridas por los desafíos contemporáneos. Alemania conserva la expresión más fiel de la tradición, con un sistema universitario público en el que los profesores son funcionarios estatales y la investigación científica representa un objetivo institucional central. Así, muchas de sus universidades siguen siendo referentes internacionales. En otros países europeos, las influencias de este modelo se han integrado de manera diversa, donde se combinan excelencia académica con una intensa producción científica de nivel global, en otros casos mediante institutos de investigación y fuerte contacto con el medio socio-productivo. Estas transformaciones han permitido a Europa preservar el núcleo conceptual de la tradición humboldtiana, al tiempo que incorporan elementos como la internacionalización, fuentes de financiamiento más diversificadas y una mayor vinculación con el aparato productivo. Así, parte del continente ha logrado responder a las exigencias del siglo XXI sin desvirtuar los valores originales que dieron forma a su sistema universitario.
Desafíos estructurales
En América Latina, el panorama es más complejo. Las influencias múltiples, los desarrollos institucionales desiguales y los persistentes desafíos estructurales han condicionado la asimilación de este legado universitario. A lo largo de su historia, la región ha entrelazado elementos de la tradición germánica con componentes del modelo napoleónico francés y, en tiempos más recientes, con características del sistema anglosajón. El de nuestro país constituye uno de los casos más representativos de esta evolución. La Universidad de Buenos Aires, fundada en 1821 bajo inspiración francesa, fue incorporando de forma progresiva una visión centrada en la investigación. Este proceso permitió su consolidación como una de las pocas instituciones latinoamericanas ubicadas entre las 100 mejores del mundo, según algunos rankings especializados. No obstante, la influencia del ideario humboldtiano no se ha limitado a esta universidad, sino que ha permeado de forma creciente el conjunto del sistema universitario argentino, especialmente en las instituciones del interior del país. La Universidad Nacional de Córdoba, de fuerte raigambre reformista ligada al movimiento de 1918, se consolidó como referente en autonomía académica y compromiso social. A ella se suman universidades con destacada trayectoria como la Universidad Nacional de La Plata, la Universidad Nacional de Rosario, la Universidad Nacional de Tucumán y la Universidad Nacional del Litoral, que han desarrollado capacidades investigativas importantes. Más recientemente, algunas universidades del norte y del noroeste argentino han buscado establecer agendas científicas vinculadas a problemáticas regionales. Estas instituciones ofrecen ejemplos elocuentes de cómo los principios de integración entre docencia e investigación pueden adaptarse a realidades territoriales específicas, vinculando el conocimiento académico con las necesidades sociales. Una muestra de ello fue la creación de la señera Universidad Nacional de Tucumán, a inicios del siglo XX, para contribuir desde el conocimiento ilustrado con la actividad agroindustrial de Tucumán, generando en la provincia un polo de desarrollo científico y cultural para la región. Esta visión industrialista de esa época, que dio origen a la mayor universidad del norte del país, a su vez impulsó la creación de cuatro universidades más en las provincias de Catamarca, Salta, Jujuy y Santiago del Estero. Este entramado de universidades del interior del país ha contribuido a la consolidación de un sistema público no arancelado qué, aunque heterogéneo, se sostiene sobre pilares como la autonomía, el cogobierno y la libertad académica. Una red de universidades nacionales, integrada por más de sesenta instituciones, representa hoy una manifestación institucional de este modelo descentralizado y plural.
La Universidad Argentina
La universidad argentina presenta un caso singular en el panorama internacional: un sistema que ha demostrado notable capacidad de resistencia histórica ante intervenciones autoritarias, pero que enfrenta vulnerabilidades estructurales que lo exponen a nuevas formas de manipulación política e ideológica. Esta paradoja institucional refleja tanto las fortalezas heredadas de la tradición reformista como las fragilidades inherentes a un modelo de financiamiento público casi exclusivo en contextos de inestabilidad política crónica.
La Universidad Tecnológica Nacional conecta al mundo con una esculturaLa experiencia histórica argentina anticipa los patrones observados en casos internacionales paradigmáticos. La “noche de los bastones largos” (1966) constituyó un episodio fundacional que demostró la vulnerabilidad del sistema universitario ante la violencia estatal, mientras que la dictadura cívico-militar (1976-1983) implementó una versión local de las purgas ideológicas: persecución sistemática de académicos, censura curricular, destrucción de bibliotecas y subordinación institucional a imperativos político-represivos. Sin embargo, a diferencia de otros casos históricos, la transición democrática permitió una reconstrucción relativamente exitosa del sistema universitario, revelando reservas institucionales y culturales significativas. La autonomía constitucionalmente consagrada, la gratuidad universal y la tradición reformista heredada de 1918 han funcionado como mecanismos de protección y legitimación social que distinguen al modelo argentino de experiencias internacionales similares. No obstante, esta resiliencia histórica no garantiza inmunidad ante las amenazas contemporáneas. El sistema universitario argentino enfrenta vulnerabilidades estructurales. La dependencia presupuestaria casi exclusiva del Estado expone a las universidades a presiones gubernamentales directas e indirectas, mientras que la situación política estructuralmente frágil genera discontinuidades que comprometen la planificación académica de largo plazo. Las amenazas emergentes adoptan formas más sofisticadas que las intervenciones autoritarias tradicionales. La mercantilización encubierta, mediante la creciente dependencia de recursos externos condicionados, introduce lógicas de mercado que pueden comprometer la independencia académica. Simultáneamente, la politización curricular y los debates ideológicos sobre contenidos educativos transforman el conocimiento en campo de batalla político, erosionando la autoridad epistémica de las instituciones. El populismo anti-intelectual contemporáneo presenta desafíos particulares: el cuestionamiento sistemático de la experticia académica, la desvalorización del conocimiento especializado y la promoción de formas alternativas de “saber popular” socavan los fundamentos epistemológicos del sistema universitario. Esta tendencia, combinada con la precarización laboral creciente y la crisis económica recurrente, genera condiciones propicias para la cooptación ideológica y el aprovechamiento político.
La fragilidad del modelo argentino se evidencia en su dependencia de consensos políticos volátiles y en la ausencia de mecanismos robustos de protección financiera que trasciendan los ciclos electorales. El desafío fundamental consiste en preservar las conquistas históricas del sistema universitario nacional mientras se desarrollan mecanismos de protección adaptados a las amenazas del siglo XXI. Esto requiere la construcción de consensos sociales amplios sobre el valor de la universidad pública, la diversificación del financiamiento sin comprometer el carácter público del sistema y la renovación de tradiciones académicas capaces de resistir tanto la intervención autoritaria como la erosión gradual generada por presiones políticas mal encauzadas. La supervivencia del modelo universitario argentino como espacio de libertad intelectual depende de esta capacidad de adaptación creativa.
La historia de las universidades demuestra que la excelencia universitaria no es un estado natural sino una construcción frágil que requiere defensa constante. Las universidades argentinas, herederas de tradiciones académicas valiosas pero enfrentadas a amenazas inéditas, se encuentran en un momento crucial de su desarrollo histórico. La preservación de la autonomía universitaria no constituye meramente un interés corporativo de la comunidad académica, sino una condición necesaria para el mantenimiento de sociedades democráticas y prósperas.
Memoria civilizatoria
Las universidades libres son repositorios de memoria civilizatoria, espacios de creatividad intelectual y mecanismos de movilidad social que trascienden los intereses partidarios o ideológicos específicos. El desafío contemporáneo consiste en desarrollar formas de autonomía universitaria que sean simultáneamente robustas frente a las presiones externas e internas y responsables ante las demandas sociales legítimas. Esto requiere la construcción de consensos amplios sobre el valor de la universidad pública, la implementación de reformas institucionales que fortalezcan la independencia académica, y la formación de nuevas generaciones de académicos comprometidos con la defensa de principios universitarios fundamentales. La experiencia histórica enseña que las instituciones universitarias pueden ser destruidas en pocos años, pero requieren décadas para ser reconstruidas. La preservación de las universidades argentinas como espacios de libertad intelectual y excelencia académica constituye, por lo tanto, una responsabilidad no solo de la comunidad universitaria sino de la sociedad en su conjunto. El futuro de la democracia argentina y su capacidad de desarrollo dependen, en medida significativa, de nuestra capacidad colectiva para defender el patrimonio universitario heredado y adaptarlo creativamente a los desafíos del siglo XXI.